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“Desaparecidos” del fotoperiodista Gervasio Sánchez, es el resultado de doce años de intenso trabajo testimoniando una constante en los enfrentamientos armados: la desaparición forzada.
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Os presentamos el cortometraje documental “Indiana FC. Único en Guarjila” producido por Stromboli Media Films y del que somos autores el equipo de El Silencio y La Palabra. Esperamos que lo disfruten y compartan.
Dice Cuzcatlán
Artículo texto Germán García fotografías Yolanda Rico
Dice la Wikipedia que la palabra náhuatl Cuzcatlán significa “tierra de dicha” y se compone de dos palabras: cozcatl = “collar”, símbolo de la riqueza, y de la palabra tlan = “abundancia”. Y que originalmente Cuzcatlán se llamó Nequepio, dado por tribus Olmeca y Quiché. Y que los Los Pipiles rebautizaron la región como Cuzcatlán debido a la asombrosa fertilidad de las tierras de Nequepio.
En el centro de San Salvador, cerca del Gimnasio Nacional, existe un paréntesis al asfalto y hormigón, llamado Cuscatlán. Parece ser que con el tiempo la z se suavizó hasta transformarse en una s. Cosas de la lengua.
Al entrar en el parque advierte un cartel que se prohíben los actos inmorales. ¡Ja!. No hay nada más reconfortante en el Cuscatlán que encontrarse a las parejas anidadas en los numerosos bancos que pueblan el parque. Carantoñas, caricias, besos y expresiones de un amor que es la prueba fehaciente de la asombrosa fertilidad de los habitantes de las tierras de Nequepio.
En la calurosa y contaminada ciudad de San Salvador, pasear a la sombra de sus árboles es todo un regalo. En la plaza central, el puesto de Salchichas Alemanas expande el aroma de hot dogs y hamburguesas. Las familias se reúnen alrededor de las mesas, los niños juegan y el vendedor de helados anuncia las delicias que transporta en el carrito.
En un extremo del parque, junto al Museo Tin Marin del Niño (que por cierto su web se puede consultar en catalán) sobre una suave elevación de parque, de forma callada y discreta, como no queriendo molestar, el paseante es invitado a tener un gesto contra el olvido.
La acción consiste en recorrer los 85 metros de largo de granito negro con los nombres grabados de casi 30.000 víctimas de la Guerra Civil Salvadoreña (1). Y toda acción tiene sus consecuencias.
El visitante queda sobrecogido ante tan negro censo en el que la estadística pierde toda razón de ser. Se hace el silencio a cada paso infinito, con un nudo en la garganta, por respeto a los nombres escritos de las personas asesinadas y al de los familiares peregrinos que localizan en las placas a sus allegados y seres queridos. En una de sus placas se puede leer:
Dicen los actuales habitantes de El Salvador, los que sobrevivieron a la guerra civil y sufrieron los desmanes del ejército, que todavía los daños no han sido reparados, que son muchas las víctimas anónimas, que son muchos los desparecidos, los cadáveres enterrados en fosas comunes, exhumaciones pendientes y verdugos no ajusticiados. Que con un monumento no es suficiente. Y es verdad.
Pero también es cierto que el monumento es una piedra en el zapato. Es esa rémora en la conciencia, de quien la tiene, que cuando aparece no te deja dormir. Es el valor del icono convertido en símbolo. De la z antes de ser una s y de que el Cuzcatlán se metamorfoseara en El Salvador tras la invasión de los españoles.
Por eso dice Cuzcatlán, un lugar de dicha fértil y abundante.
(1) El Monumento a la Memoria y la Verdad está localizado en la ciudad de San Salvador, El Salvador. Fue inaugurado el 6 de diciembre de 2003 y se encuentra en el interior del parque Cuscatlán. La construcción tuvo su origen en el informe de la Comisión de la Verdad para El Salvador de 1993, como parte de las reparaciones morales a las víctimas del conflicto armado. Fue erigida a iniciativa del Comité Pro Monumento de las Víctimas Civiles de violaciones de Derechos Humanos que agrupaba a una decena de organizaciones no gubernamentales (fuente Wikipedia).